Padre Bede Griffiths, místico y monje (1)
El padre Bede Griffiths es la primera
evocación que quiero hacer en este blog, que entre otros temas, hace referencia
a los místicos. Como mística que soy, he buscado a otros místicos a lo largo de
mi peregrinaje, hermanos mayores, que pudieran aconsejarme, guiarme,
comprenderme. Y entre ellos se destaca el inolvidable padre Bede, de quien
conservo hermosos recuerdos, además de mi nombre Savitri, que recibí de él en
una bella y sencilla ceremonia.
Lo conocí durante el año 1983, cuando llegué
a su ashram guiada por muchas señales que habían comenzado a aparecer ya antes
de partir, y que se fueron repitiendo durante mis primeros meses en India. Y el
tiempo que pasé en su proximidad fue un tiempo de plenitud, de comprensiones,
de armónica y elevada energía. Esa era la atmósfera que se vivía en su ashram y
de la cual participábamos -en mayor o
menor medida- todos los que allí estábamos.
En este post me referiré a la época menos
conocida del padre, no sus años de vida y actividad pública, de viajes y
conferencias, de encuentros con líderes espirituales y religiosos, de
publicación de libros, sino la época que precedió a todo eso: sus años de
juventud y de nacimiento de su vocación, todo lo cual está testimoniado por él
mismo en su libro The Golden String.
Su autobiografía comienza con la descripción
de una experiencia vivida en su temprana juventud, experiencia que como él dice
“las palabras sólo pueden sugerir lo que significó.” Y así lo expresa: “… fui
súbitamente consciente de otro mundo de tal belleza y misterio que nunca
hubiera imaginado que existiera…”
A partir de ahí fue frecuente en el joven
Griffiths la vivencia de inusuales emociones al relacionarse con la naturaleza, principalmente al
atardecer. Y la naturaleza comenzó a tener para él una cualidad
sacramental, como si estuviera en
presencia de un insondable misterio.
Estas
vivencias, que pueden acontecer en circunstancias que las propician, nos
“liberan del flujo del tiempo… sabemos que hay otra dimensión en la existencia…
es algo más allá de las palabras lo que ha sido revelado.”
Pero Bede
Griffiths confiesa que esas primeras experiencias en vez de acercarlo a la religión
lo alejaron de ella, incapaz de encontrar en las viejas fórmulas la presencia
de Dios. En cambio intentó -con dos amigos de Oxford, donde estudiaba- un
retorno a la naturaleza. Era el año 1930, cuando el mundo occidental parecía
estar derrumbándose.
Griffiths y
sus amigos compraron una antigua casa de piedra, en un poblado entre colinas, y
también un par de vacas que iban a proveerlos de leche. La casa era sencilla,
no tenía ni agua ni luz (el agua se sacaba de un pozo común a todo el poblado)
y la amueblaron con lo imprescindible, comprado de segunda mano o encargado a
artesanos locales. Su propósito era prescindir de los productos de la
revolución industrial, al menos tanto como fuese posible. Sus colchones estaban
rellenos de paja, y se alumbraban con velas, las cuales les permitían incluso
leer, además de crear “una atmósfera de indescriptible belleza”. La
vajilla era de barro y cerámica, hecha para ellos por un amigo artesano, quien
también era músico y experto en cultura china.
Los jóvenes
hicieron una huerta que los proveyó de vegetales y trataron de no usar nada que
no fuera obtenido localmente. Así desaparecieron el café, el té, el azúcar y el
tabaco.
Sus vidas se
ajustaron al ritmo natural. Se levantaban muy temprano, para buscar agua y
ordeñar las vacas. No compraban periódicos, ni libros modernos, ni escuchaban
música en el gramófono. Leían la literatura de los siglos XVI y XVII, e incluso
anterior. Al principio usaban bicicletas, pero luego las descartaron y
compraron un caballo. Y cuando Griffiths visitaba a su familia, lo hacía
caminando, en jornadas que lo llevaban al modo de vida de siglos anteriores.
Además de sus
lecturas de antiguos filósofos, Griffiths comenzó a leer la Biblia, al
principio solo con un interés literario. Veamos como lo cuenta él mismo:
“La vida que
llevábamos en este solitario poblado entre colinas, pasando mucho tiempo al
aire libre, observando los cambios de estación y la rutina de la vida en las
granjas cercanas, le dio a las historias de la Biblia una cercana realidad… El
escenario del Antiguo Testamento era el
escenario de nuestras propias vidas…”
Lector de los
grandes poetas, percibió en algunas partes del Antiguo Testamento una calidad
poética comparable a la de Sófocles o Shakespeare, debido a su profunda
comprensión del sufrimiento humano. En el Libro de Job le pareció encontrar la
esencia de la revelación del Antiguo Testamento:
“No era una
explicación racional de la naturaleza de Dios… era el registro de una
experiencia, de un encuentro con Dios, la Suprema Realidad, que había cambiado
la vida de los hombres… eran experiencias del alma que daban un nuevo
significado a la existencia…”
De allí pasó
a la lectura del Nuevo Testamento, lectura que lo llevaría gradualmente al
despertar de su vocación religiosa y a su inclinación hacia el catolicismo, lo
cual iba en contra de su educación anglicana.
¿Y cómo
terminó la experiencia de vivir en condiciones de extrema simplicidad? “Nuestra actitud hacia la vida había sido
cambiada radicalmente…” Los tres amigos tomaron rumbos diferentes en sus vidas,
pero esa experiencia, que apenas había durado un año, los marcó para siempre.
Todas las citas son extractos de:
The Golden String, an autobiography. Bede Griffiths. Collins. Glasgow.
Hola: soy Ana Jachimowicz, coordinadora de la página www.facebook.com/misticosparatodos. Me gustaría entrevistarte en mi programa de radio "Místicos para todos" (miércoles, 16.30 hs www.mantrafm.com) sobre tus vivencias con el padre Griffiths. Mi mail es disoadentrodiosafuera@gmail.com. Si te comunicas rápido, quizás lleguemos para mañana!
ResponderEliminarPaz y luz1
Ana
Gracias Ana, recién hoy veo tu mensaje. Como ya te he dicho por correo privado, vivo muy lejos de Buenos Aires y por lo tanto me resulta imposible asistir a tu programa, de lo contrario lo haría encantada. Si ves otras maneras para que responda tus preguntas respecto al padre Bede, lo haré con mucho gusto. Gracias nuevamente
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