Los que me inspiran


"Así, cada iglesia, cada religión, cada comunidad humana, es sólo un lugar de paso, una tienda sobre la tierra, para peregrinos que están en su camino a la ciudad de Dios." Bede Griffiths

"Debemos expresar apasionadamente nuestra visión y cada uno debe gritar del modo en que mejor sepa hacerlo" Ken Wilber



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domingo, 7 de diciembre de 2014

Misticismo y Meditación



   Si bien existe un misticismo natural, que en algunos pocos se revela de un modo espontáneo, los estados místicos se logran, por lo general,  mediante diferentes prácticas ascéticas, entre las cuales la meditación es la más conocida, habiendo sido  desarrollada por muchas y diferentes Tradiciones.

  Ken Wilber declara que la meditación es un camino de trascendencia, de crecimiento:  “Meditación es evolución, es transformación… es un desarrollo más allá del ego” (El proyecto Atman). Osho, el famoso maestro hindú, afirma que la meditación a medida que avanza profundiza cada vez más y que no tiene límites, pues el misterio es insondable. Y también dice que “existir sin palabras es meditación” y que “la meditación sucede”.(Meditación: el arte del éxtasis)

  Hay tantas definiciones de qué es la meditación como métodos para ejercitarla, y aunque todos los métodos apuntan a la transformación de la conciencia, entiendo –a partir de mi experiencia- que la única manera de saber realmente qué es la meditación consiste en practicarla.

   Hay muchos métodos, y no todos son estructurados. A veces, cuando nos relajamos y contemplamos algo, como el paisaje, entramos en meditación (incluso sin saberlo). El ayuno y la danza también nos pueden hacer entrar en meditación, así como ciertas actividades en la  vida de todos los días. El  trabajo manual, un paseo contemplativo, una completa atención mientras desarrollo alguna actividad, escuchar música, cantar, y toda actividad creativa donde la actividad mental disminuye y fluímos con lo que hacemos, puede hacernos entrar en meditación. 

   Pero la práctica de la meditación lleva a diferentes resultados según sea nuestro esfuerzo y dedicación.

   Practicar de un modo consecuente pero ligero, produce sin duda resultados beneficiosos: serenidad, equilibrio, acceso a estados de plenitud; un desarrollo marcado y creciente de la intuición y la creatividad; desidentificación paulatina con el pequeño ego y apertura de la conciencia testigo. La atención, practicada en forma creciente, lleva al autodescubrimiento y éste posibilita la transformación.

   Claro que cuando la dedicación es mayor, en tiempo y en intensidad, se pueden alcanzar dimensiones transpersonales.

   Daniel Goleman dice que todas las técnicas de meditación llevan a “estados meditativos que trascienden los límites normales de la conciencia sensible y que son la base del misticismo religioso”. Estados meditativos que también llamamos estados alterados o trascendentes. “Prácticamente todo sistema de meditación reconoce el estado alterado como la meta definitiva.” (Los caminos de la meditación)

   Cuando seguimos un método y practicamos al menos tres o cuatro horas diarias, podemos alcanzar estados de conciencia inusuales, algunos totalmente extraordinarios, aunque esto requiere de una práctica disciplinada y constante durante largo tiempo, muchísimos años. O sea, demanda un gran esfuerzo. Ni siquiera los grandes místicos de la historia lograron sus estados de iluminación sin esfuerzo. Sri Ramana Maharshi pasó muchísimos años sin hacer otra cosa que meditar dentro de una cueva y Sri Ramakrishna estuvo a punto de matarse porque no le llegaba ninguna realización, aunque sus prácticas devocionales eran casi permanentes.  Las prácticas ascéticas de los santos cristianos del desierto son casi inconcebibles:  se metían en jaulas o arriba de columnas de varios metros, como San Simeón Estilita, quien permaneció treinta y seis años arriba de su columna. Y aunque nos resulte difícil de creer,  tuvo centenares de seguidores a través de los siglos, los cuales hicieron lo mismo.

   Sin embargo, los estados alterados  pueden llegar a veces sin esfuerzo, de un modo espontáneo. Lo que se llama “experiencia cumbre”, un estado transpersonal muy revelador y transformador para el que lo experimenta, pero de breve duración, se produce a veces sin una práctica que lo preceda.

   Dice Ken Wilber:  “Una persona puede tener una experiencia espiritual –una experiencia cumbre- casi en cualquiera de los estadios de su proceso de desarrollo… y existen condiciones muy diversas -momentos de júbilo, de pasión sexual, de estrés, de ensoñación onírica,de estados inducidos por drogas e incluso crisis psicóticas- que pueden permitir el acceso a las dimensiones superiores.” (Breve historia de todas las cosas)

  Y Wilber asegura que “…estos estadios superiores -que, en el pasado, han sido alcanzados por algunos individuos, los más extraños, los más avanzados, los más dotados, la vanguardia de su tiempo- pueden proporcionarnos ciertas pistas sobre lo que la evolución colectiva nos depara a cada uno de nosotros el día de mañana.” (Breve historia de todas las cosas)

    En suma:  el misticismo nos conduce a la vivencia de otras dimensiones del Ser, se rasga el velo que nos imponen los cinco sentidos, y nos asomamos a la Realidad.


  
  
  

martes, 21 de octubre de 2014

El trabajo esotérico y sus peligros



  Por trabajo esotérico entendemos al estudio y puesta en práctica de diferentes métodos y habilidades que intentan actuar sobre los planos no materiales de la realidad. La magia, la alquimia, el tarot, la quiromancia, la astrología, etc., etc.
  Esta práctica (además de otros objetivos), busca el desarrollo de poderes psíquicos, tales como una fuerte intuición, telepatía, precognición, lectura del aura, sanación energética, y otros.
   Y como a menudo se convierte en una práctica profesional ejercida en relación a  otras personas, requiere un trabajo interno riguroso y una conducta ética por parte del que la ejerce.
  Una persona puede ser espiritual pero no tener interés en lo esotérico. Lo contrario, en cambio, no es posible. Al incursionar en el terreno oculto, hay que poseer algún grado de espiritualidad, haber realizado trabajo sobre sí mismo y conocerse en profundidad, para evitar proyecciones y manipulaciones al trabajar con los demás. Por ejemplo, alguien que no ha superado sus desequilibrios psicológicos, no está en condiciones de realizar trabajo esotérico.
  El trabajo sobre sí mismo incluye varios aspectos, y se traduce en una purificación de todos nuestros cuerpos: un cuerpo físico sano, un cuerpo emocional armónico, un cuerpo mental equilibrado y un cuerpo espiritual expandido.
 El autoconocimiento y la sanación de los desequilibrios psicológicos son facilitados por la psicoterapia u otros métodos de autodescubrimiento. Y las prácticas espirituales elevarán nuestras vibraciones, perfeccionándonos y purificándonos. 
  En otras épocas, cuando el conocimiento oculto era verdaderamente oculto y las enseñanzas se transmitían de maestro a discípulo, el trabajo interno y la ética del practicante estaban asegurados.
  Pero hoy en día, el conocimiento oculto está al alcance de todos, y muchísima gente aprende mancias y diversos métodos de trabajo esotérico,  mediante libros o cursos de pocas horas. O sea,  no hay ninguna clase de control, excepto el que pueda ejercer el practicante sobre sí mismo, y que incluye sentirse autorizado (desde otros niveles de la Conciencia) para actuar en el terreno del ocultismo.
  Esto se llama impecabilidad, pero lamentablemente son muchos los que no lo tienen en cuenta.
 Es frecuente encontrar en los ambientes esotéricos a personas poco espirituales, que buscan el desarrollo de sus poderes psíquicos para ganar dinero, dominar a los demás o tener éxito en la vida. Y esto además de lamentable y triste, es peligroso, tanto para ellos mismos como para los demás.
   Es peligroso para los demás porque es difícil ayudar, orientar,  cuando no hay trabajo previo sobre ellos mismos. El que no se conoce a sí mismo, difícilmente puede conocer a los demás. El que no ve sus propias carencias, sus desarmonías, sus errores, no podrá verlos en los demás y ayudar en consecuencia.
  Es peligroso para ellos mismos porque el mundo oculto alberga todo tipo de Fuerzas, muy conscientes, y al entrar en contacto con esas  Fuerzas, si no hay impecabilidad en el practicante, dichas energías pueden actuar en contra de él mismo, causando desequilibrios psíquicos de toda clase, como también  desequilibrios y tropiezos en su vida cotidiana.
  Los ocultistas de todos los tiempos pusieron gran énfasis en la necesidad de  purificación, en la búsqueda de la perfección, en la rectitud moral como cualidad imprescindible.  
   Paul Brunton, en su libro Ensayos sobre la Búsqueda,  advierte acerca de los peligros del ocultismo, como el de “… usar los poderes de un modo que no es ético, a fin de alcanzar fines egoístas a costa (o incluso con perjuicio) de otras personas.” 
  Más de una vez, durante mis largos años como consejera holística, me enteré del reiterado daño que una práctica inescrupulosa, efectuada por personas sin suficiente madurez psicológica y espiritual, había causado en los consultantes.
  Todas las grandes religiones del planeta –sin excepción- han puesto el acento en la moralidad, en la conducta ética, como un precepto para cualquier persona.
  ¡Cuánto más necesaria será esta conducta ética para alguien que navega las aguas del ocultismo!
   Recordemos estas palabras del Dhammapada, antiguo texto de la sabiduría budista:
  “Si un ser humano ofende a una persona… el mal vuelve a él, como el polvo ligero que se arroja contra el viento.”


martes, 29 de julio de 2014

Energía, trabajo interno y sensibilidad energética




   Según los descubrimientos de la nueva física y las comprensiones de los grandes místicos de todos los tiempos y lugares, todo es Energía. No hay nada sólido en realidad, lo aparentemente sólido aparece así a nuestra percepción basada en los cinco sentidos. Cuando cruzamos esa barrera, mediante estados alterados de conciencia o mediante instrumentos, descubrimos que no hay solidez sino una danza vibracional, un eterno movimiento que da lugar a todo lo que existe. La materia es un movimiento vibratorio, y toda unidad de materia, desde los átomos hasta las estrellas, es un campo energético.

  Y nosotros, los seres humanos, también somos en última instancia un campo energético, el cual está cambiando todo el tiempo, al interactuar con el ambiente y con los demás seres vivos. En medio a esa danza energética, afectamos, influimos, y somos afectados e influenciados.

  Hay investigadores que han desarrollado este tema en profundidad y entre ellos destacaría a la sanadora norteamericana Barbara Brennan (quien además de tener una formación científica es vidente). Lo que ella define como campo energético humano (nuestros cuerpos sutiles) es afectado por la interacción con los otros y a su vez afecta, y así como hay personas con campos más fuertes, más impermeables a las influencias, hay otras más sensibles. Y puedo testimoniar lo acertado de sus categorizaciones.

  Lo curioso es que la sabiduría popular ya lo había descubierto, y en todas las latitudes y tiempos hubo brujos que protegían de maleficios y conjuros, que curaban el “mal de ojo” y otras dolencias semejantes, y que eran bien conscientes de la forma en que nos afectamos energéticamente.

   Las muy recientes terapias energéticas, aunque incorporan elementos nuevos en algunos casos, están basadas en los descubrimientos de antiguas tradiciones, como la medicina china, la acupuntura, el sistema de chakras (descubierto desde tiempo inmemorial en la India) y otros conocimientos que vienen desde tiempos muy antiguos.

   Unos y otros coinciden en que para sentirnos bien, nuestra energía debe fluir de un modo armonioso. Toda perturbación en nuestro campo energético nos hace sentir mal y de muchas maneras, desde un malestar emocional (lo más común) hasta malestares físicos.

   El primer paso para que nuestra energía fluya armoniosamente, es registrar lo que nos hace mal y evitarlo, sean personas o situaciones o lugares.  No sólo el contacto físico puede perturbar, sino toda clase de contacto, aunque sea mediante el teléfono o internet.  Claro que por lo general, recibimos energía negativa sin saberlo..., del mismo modo que muchas veces la emitimos sin saberlo.

  Los síntomas más comunes de trastorno energético: cansancio, irritación, debilidad, depresión, hambre voraz, ansiedad, etc. Si estos síntomas aparecen súbitamente, sin una causa aparente (externa o interna) es muy probable que se deban a que nos han dañado energéticamente.
 
  Y también los lugares nos afectan, tanto positivamente como negativamente. Hay lugares donde la energía es benéfica, como parajes naturales o sitios donde se desarrollan actividades contemplativas y la energía tiende hacia la elevación o  transmutación (monasterios, templos, ashrams, etc.). Las grandes ciudades, sobre todos en sus núcleos más aglomerados, como las calles muy céntricas, serían un ejemplo de lo contrario, y algunas horas caminando por allí puede dejarnos en un estado de absoluto agotamiento, nerviosismo, depresión, etc.

   Y quiero referirme a un hecho, acerca del cual puede testimoniar toda persona que haya realizado trabajo interno durante cierto tiempo y en forma disciplinada. Y es que cuando avanzamos en el trabajo interno, nos volvemos más sensibles energéticamente, nos volvemos “sensitivos”, palabra que se usa para designar a las personas con capacidades psíquicas.

   Hay una minoría de personas que nacen con esas capacidades, para los demás es el trabajo interno (mediante técnicas de expansión de la conciencia) el que nos acerca a eso. Son los famosos siddhis, reconocidos en los antiguos sistemas de Yoga.

  Y esta sensibilidad es interesante pero también perturbadora. Por un lado se incrementan ciertas capacidades, como la intuición, la creatividad, la telepatía, la precognición, la capacidad de sanar a otros, etc, etc. Pero al mismo tiempo nos  volvemos demasiado vulnerables al ambiente y a la energía de los demás, que como hemos dicho, en muchos casos es dañina, causa bloqueos, e incluso –a veces- nos vampiriza.

  Lo curioso es que esta sensibilidad energética y estas nuevas capacidades, no traen consigo –de un modo automático- la capacidad inmediata para protegernos, y ésta debe ser desarrollada. La única ventaja que tenemos es que somos más conscientes y podemos registrar con mayor claridad lo que nos afecta, tanto positivamente como negativamente, pero nuestros sistemas están expuestos al igual que los de cualquier otra persona a las influencias energéticas, y aún más, debido a esa apertura generada previamente.

  Por eso debemos protegernos. A veces cierto aislamiento se impone, al menos en forma intermitente para armonizar nuestro sistema. El agua es el purificador por excelencia, como también todo ritual hecho con intención y en el cual confiemos. La oración y las visualizaciones son medios de protección maravillosos. No hay nada como el contacto con la Luz para protegernos, siempre que ese contacto sea honrado y respetado con una conducta coherente por nuestra parte.






jueves, 20 de febrero de 2014

Trabajo interno: espiritual y psicológico

     

   Hay una idea muy interesante entre los teóricos de la Sabiduría Perenne y de la Psicología Transpersonal, y es eso que llaman bypass espiritual. Veámoslo con un ejemplo:

   La señora Z ha despertado a la espiritualidad. Y al principio -quizás durante muchos años- ese despertar ha bastado para iluminar su vida. Ha leído innumerables libros, practicado yoga y meditación, ha tenido algunas experiencias, y su vida se transforma gracias al significado y la trascendencia que da la búsqueda espiritual. Todo parece andar sobre ruedas, y la señora Z es una feliz madre y esposa, que dedica su tiempo libre a continuar su desarrollo. Asiste a muchos cursos y talleres, cuelga sucesivos diplomas en las paredes de su casa, y se anima, al principio tímidamente, a practicar con otros sus nuevas capacidades.

   Pero con los años, hay nuevos sucesos en la vida de la señora Z. Su matrimonio, que tambaleaba desde tiempo atrás, se desmorona súbitamente, cuando él le anuncia que está enamorado de otra mujer. Sus hijos ya son grandes y se van. Y si no es esto, pueden ser otras cosas. La vida no da tregua, y de tanto en tanto, nos golpea. Una enfermedad, la muerte de alguien cercano, una pérdida económica severa, etc, etc.

   La señora Z pensaba que su vida estaba en perfecto equilibrio, pero de golpe siente que zozobra;  y entra en una crisis depresiva profunda, que no logra controlar. Ante la sugerencia de una amiga para practicar psicoterapia, la señora Z se niega. ¿Ella, ponerse en manos de un psicoterapeuta, con los años que lleva de prácticas espirituales? Rechaza por completo esa posibilidad y continúa durante largo tiempo a la deriva, sin comprender  por qué no puede resolver su crisis.

   Este es un ejemplo claro de bypass espiritual. Creemos que una práctica espiritual es suficiente para resolver todo en nuestras vidas; creencia errónea que ha sido fomentada por muchas Tradiciones, antiguas y modernas.

   Lamentablemente, las prácticas espirituales no resuelven los problemas psicológicos y existenciales; incluso, a veces, los acentúan.  Las prácticas espirituales nos facilitan el acceso a otras dimensiones de la Realidad, expanden nuestra conciencia, nos dan certidumbre acerca de las verdades últimas, pero no van a solucionar traumas infantiles, ni fortalecer un ego inmaduro, ni ayudarnos a enfrentar los problemas comunes de la vida. Para eso, están las psicoterapias.

   Dice Ken Wilber, en su Diario: “…se supone que cuando uno encuentre el Espíritu, la Diosa o su Yo superior, todo lo demás le será dado mágicamente por añadidura, como si, en tal caso, el trabajo, las relaciones, la familia, la comunidad, el dinero, la comida y el sexo dejaran de convertirse en un problema…. El logro de un estadio más elevado del desarrollo no supone la pérdida de los niveles inferiores (los budas siguen teniendo que comer), ni tampoco significa que uno llegue automáticamente a dominarlos… de hecho suele significar exactamente lo contrario porque, en tal caso, uno suele descuidar –o hasta ignorar- los niveles inferiores, creyendo que han dejado ya de ser necesarios para su bienestar, cuando, en realidad, constituyen el vehículo del Espíritu y su medio de expresión…”

   Y también dice:

   “Porque la cuestión es que la práctica espiritual y la práctica psicológica constituyen corrientes diferentes de las grandes olas de la conciencia…”

   Por eso es recomendable un trabajo interno que tenga en cuenta todos nuestros niveles o dimensiones, una práctica interna que además de permitirnos un crecimiento en conciencia, armonice otros aspectos nuestros. El trabajo psicológico, o de autodescubrimiento, es una manera de completar esa práctica interna. En términos de Wilber, se trata de llevar adelante una práctica integral.


  








lunes, 27 de enero de 2014

Ego

 El ego

   Entre las ideas mal comprendidas en el campo de la espiritualidad, está la suposición de que el ego (la  individualidad o personalidad), tendría que desaparecer a partir de las experiencias trascendentes del sujeto.
   Para llegar al centro de la cuestión, abordemos primero algunas definiciones…
   Respecto del ego, Jung dice:
   “Comprendemos al ego como ese factor complejo con el cual se relacionan todos los contenidos conscientes. Este… es el sujeto de todos los actos personales de conciencia… Y descansa en dos bases aparentemente diferentes: lo somático y lo psíquico.”(Aion)
   Pero para Jung la personalidad es un fenómeno más amplio que el ego, porque incluye a los fenómenos inconscientes (el inconsciente personal y el inconsciente colectivo). Y a la totalidad que incluye tanto lo consciente como lo inconsciente, Jung lo llamó el “sí-mismo”. En su teoría, el ego es el centro de la personalidad consciente y el sí-mismo el centro de la totalidad de la psique.
   Y Jung postuló un proceso de desarrollo óptimo al que denominó “proceso de individuación”. La meta en dicho proceso es un estado armónico del ser humano, en el cual el sí-mismo alcanzaría un estado de equilibrio entre los aspectos conscientes e inconscientes.
   Dicho proceso de individuación es equivalente (según algunos estudiosos) a los procesos de expansión de la conciencia descriptos en muchas tradiciones espirituales, los cuales culminan en un estado de perfección o iluminación. Con términos muy actuales diríamos que el proceso de individuación es un proceso de desarrollo transpersonal que implica una progresiva desidentificación del ego, lo cual no significa negarlo sino trascenderlo.
   Lamentablemente hay muchas fantasías respecto a lo que ocurre cuando se alcanzan dimensiones más elevadas de la conciencia (esos estados de perfección o iluminación),  y entre esas fantasías está la idea de que el ego desaparece. Así, se supone que los grandes místicos son seres totalmente desprovistos de ego.
   Dice Ken Wilber al respecto:
   “Todos conocemos maestros más o menos iluminados… que, a pesar de ello, tienen grandes egos, en el sentido de que son personalidades fuertes y poderosas. Pero la presencia del ego no es un problema, todo depende de si la persona también está despierta a las dimensiones más elevadas y más profundas”. (Diario)
    Ocurre que el ego es necesario para funcionar en la realidad ordinaria, y la completa ausencia de ego se convertiría en psicosis.
    Como dice Wilber, no se trata de destruir el ego sino de trascenderlo, lo cual significa conectarlo con algo superior:  el proceso de desidentificarse del ego, el proceso de trascenderlo, implica niveles más elevados de identificación.
   En sintonía con Jung, diríamos que cuando la persona ya no se identifica exclusivamente con el ego, puede comenzar a conocer su sí-mismo, o sea, la totalidad de su psique, que incluye dimensiones no conscientes, y que además del inconsciente personal y el inconsciente colectivo, alcanza nuestra dimensión  transpersonal (que Jung mencionaba como “lo numinoso”).
    Las experiencias espirituales permiten que nos identifiquemos con dimensiones mas elevadas de la conciencia, y a  partír de eso dejamos de identificarnos únicamente con este pequeño ego.
   Dice Wilber:
   “Cuando uno se desidentifica con el ego y abraza la totalidad del Kosmos, el ego descubre que el Atman individual es idéntico a Brahman”. (Diario)
   Por eso,  la idea de que el ego va a desaparecer en los estadios superiores del desarrollo humano es una idea equivocada :
   El ego no desaparece cuando avanzamos en el camino, sino que dejamos de estar identificados exclusivamente con él.