Los que me inspiran


"Así, cada iglesia, cada religión, cada comunidad humana, es sólo un lugar de paso, una tienda sobre la tierra, para peregrinos que están en su camino a la ciudad de Dios." Bede Griffiths

"Debemos expresar apasionadamente nuestra visión y cada uno debe gritar del modo en que mejor sepa hacerlo" Ken Wilber



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viernes, 18 de noviembre de 2016

Elogio de la transparencia

   Es común observar, en los círculos espirituales, cierta actitud que intenta mostrar paz interior, contento, ecuanimidad y otras virtudes que se consideran propias de las personas con un avanzado nivel evolutivo. No está bien visto mostrar enojo, desvelar conflictos personales y (como decía muy graciosamente un joven amigo) hay que hablar con dulzura y lentamente.

   Habitualmente, ésta es una actitud fingida. Una actuación, más o menos consciente, para mostrar una perfección que aún está lejana.

    Y, por lo contrario, podemos comprobar que ciertos seres de unánimemente reconocida espiritualidad, se muestran en toda su vulnerable humanidad y se confiesan en público con una sinceridad que asombra.

    El Papa Francisco, quien a veces se enoja y es sincero respecto a lo que no le gusta, dijo en una entrevista: “A lo mejor soy machista”. Cuando le preguntaron cómo hacía para estar siempre de buen humor, respondió (de una manera muy porteña): “No tengo la más pálida idea”. Su  transparencia desconcierta a veces a los demás, que no están acostumbrados a tanta sencillez por parte de una figura máxima de la Iglesia Católica.

  El Dalai Lama, en una entrevista, confesó con candidez y humor que su primera meditación de la mañana la practica antes de levantarse, así aprovecha para estar un rato más en la cama. Y suele contar anécdotas de cuando era niño (ya reconocido como la reencarnación de su predecesor), que lo revelan como un chico muy normal y además bastante travieso.

  Ken Wilber, el más notable teórico contemporáneo del campo transpersonal, confiesa en su “Diario” y en “Gracia y Coraje”, muchos hechos íntimos:  su depresión ante la muerte de un amigo, las peleas con su esposa, y ciertos rasgos de su personalidad que muchos vacilarían en confesar.

  Creo que estos ejemplos muestran una pauta…

 Además, fingir una una perfección que no poseemos a la larga nos traerá problemas, cuando los demás nos descubran y marquen nuestras contradicciones. 

   Creo que es mucho mejor mostrarnos como somos, o sea, afirmarnos en la transparencia. 

       Nota: las entrevistas a las que me refiero en este post están en Youtube.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Iluminación Espiritual: revisando el concepto

   El concepto de iluminación es equivalente a otros términos, como despertar, comprensión, liberación, autorealización, los cuales se corresponden con términos de origen sánscrito como jnana, moksha, mukti, nirvikalpa samadhi, sahaj samadhi, etc. Y ha sido usado profusamente en muchas Tradiciones, sobre todo en las de Oriente, aunque no significa lo mismo en todos los casos y está bastante mistificado.  
   La idea más difundida acerca de la Iluminación es que después de una práctica espiritual de mucho esfuerzo y muchos años (o muchas vidas), se alcanza  dicho estado de Iluminación. Se trataría de un estado definitivo, totalmente diferente a nuestro estado habitual, en el cual somos capaces de ver nuestra verdadera naturaleza, en el cual llegamos a esa Conciencia básica que está más allá del fluir de la experiencia. En algunas enseñanzas budistas está la idea de que el Buda se iluminó (alcanzó la budeidad),  logrando con ello un estado de completo despertar, el cual incluía una total sabiduría y compasión. Y en algunas escuelas del Hinduísmo este concepto es sinónimo de liberación, o sea: liberarse de la rueda de las reencarnaciones y del sufrimiento que ella conlleva (moksha). Para la Advaita Vedanta, importantísima corriente dentro del Hinduísmo,  la Iluminación ocurre cuando se toma conciencia de la identidad entre uno y la Totalidad, entre Atman (el alma) y Brahman (el Todo). Y en muchas investigaciones sobre el tema por parte de estudiosos occidentales contemporáneos, se da a entender que no se trata de un estado que se alcanza de una vez y para siempre, sino de sucesivos avances en la expansión de la conciencia, los cuales pueden alcanzar con el tiempo cierta estabilidad. 

  Veamos lo que dicen algunos conspicuos autores al respecto.

   Abraham Maslow, psicólogo norteamericano, hizo una profunda y muy seria investigación en este tema, y dice que la esencia de toda gran religión conocida ha sido la Iluminación, Revelación o Éxtasis del iniciador de esa religión. Maslow denomina a estas revelaciones o iluminaciones, experiencias climax o trascendentales, aclarando que “esas viejas descripciones de los fundadores de las religiones, transmitidas en términos de revelación sobrenatural, en realidad eran experiencias climax humanas perfectamente naturales”. Y también dice “…nuestros descubrimientos indican que todo o casi todo el mundo puede tener experiencias climax”. Estas experiencias pueden ser tan profundas como para cambiar el carácter de la persona y su visión del mundo para siempre, dan un significado a la vida inexistente antes de la experiencia, y además tienen un efecto terapéutico. 
   Jacobo Grinberg-Zylberbaum, maestro mexicano contemporáno, dice que “La iluminación … acontece cuando la Realidad es percibida sin filtros ni descripciones intermediarias” … “El estado de iluminación no puede describirse, puesto que trasciende el razonamiento lineal… En la iluminación no desaparece la individualidad, sino que se expande para abarcarlo todo.”
   Ken Wilber reconoce que la Iluminación espiritual significa algo diferente según de qué escuela se trate. En el Budismo Theravada y en algunas Tradiciones yóguicas, se refiere a un estado de absorción que es distinto e identificable. Si se equipara la Iluminación a ese estado, es fácil reconocer a una persona que está en el mismo, y por lo tanto concluir que se ha iluminado.  Pero ese no es el objetivo de las Tradiciones no duales, como el Advaita Vedanta, o el Budismo Vajrayana y Mahayana, a las cuales interesa el estado de la Talidad no dual, que no es tanto un estado discreto de conciencia como el sustrato de todos los estados. Ese estado no dual se halla siempre presente, y la Iluminación consistiría en darse cuenta de eso. Las Tradiciones no duales no tratan de cambiar los estados, sino de despertar el reconocimiento. Para ellas nunca se alcanza un punto final en el que se pueda decir “ya estoy iluminado”, porque la Iluminación es un proceso continuo… Para ellas lo único que existe es el Espíritu,  y esta no dualidad es la comprensión inmediata y directa que tiene lugar en ciertos estados meditativos, una percepción que sólo puede verse con el ojo de la contemplación… Hay muchos nombres para ese estado, como Conciencia de Unidad, Sahaj Samadhi, la Barrera sin Puerta (para el zen), Un solo sabor (para el Budismo Tibetano y para Wilber). 

    ¿Y cómo se logran estos sucesivos avances en la expansión de la conciencia, cómo se llega a eso?... De dos maneras: o espontáneamente (es raro, pero no tan raro como podríamos pensar) o mediante una seria y constante práctica espiritual, que casi siempre es de muchísimos años. Esta práctica da lugar a experiencias espirituales de dos clases: experiencias cumbre y experiencias meseta. Las experiencias cumbre son intensas, breves (desde pocos minutos a pocas horas) y sumamente transformadoras.   Las experiencias meseta son más estables y duraderas (hasta varios días de duración) y tienden a la adaptación permanente. Pero transformar una breve experiencia cumbre en algo duradero requiere una práctica prolongada. 
   En el Hinduísmo y el Budismo estas experiencias se llaman samadhi  y han sido clasificadas según las características de la experiencia. El samadhi más elevado de todos se llama sahaj samadhi, son muy pocos los que lo han alcanzado y puede permanecer como un estado definitivo. Todo indica que Sri Ramana Maharshi, el gran místico hindú,  logró ese estado y se quedó allí... El sahaj samadhi no es un estado alterado de conciencia, como los otros samadhis, en los cuales incluso se pierde conciencia del entorno. En el sahaj samadhi la conciencia de ser uno con la Totalidad se ha fusionado con el estado habitual de conciencia. O sea: la persona puede estar inmersa en las actividades normales de la vida, como conversar, comer, caminar, etc. y simultáneamente ser consciente de ser uno con la Totalidad. 
   Ken Wilber (quien practica meditación desde hace muchísimos años) declara haber estado en sahaj samadhi por veinticuatro horas seguidas una vez  y por once días con sus noches otra vez (en este caso se trataba de un retiro). Y dice que –en su opinión- algunos maestros estan ahí en forma permanente, aunque por supuesto no puede certificarlo, dado que los estados de conciencia son algo interno.  
  Todos los estudiosos están de acuerdo en que estas expansiones de la conciencia no pueden describirse adecuadamente, son inefables, y no pueden ser comprobadas por un observador externo. 
  Los estados de conciencia son vivencias internas, y aunque hay signos externos en los grandes místicos, signos de diferentes clases, sus estados internos sólo pueden ser explicados por ellos mismos.  En el caso de Sri Ramana Maharshi, lo que se notaba, lo que sus devotos sentían, era una energía diferente, una irradiación distinta. El Maharshi irradiaba mucha paz, una paz extraordinaria, y las personas que se acercaban a él conseguían algo de esa paz para sí mismos. 

   Por mi parte, puedo testimoniar respecto al padre Bede Griffiths. Él también irradiaba una energía diferente, profundamente amorosa. Y durante el tiempo que pasé en su ashram experimenté una armonía desconocida, extraordinaria. Sin embargo, aunque muchos sentían lo mismo que yo, no todos los que visitaban el ashram lo sentían. Y he hablado con personas que estuvieron cerca de seres reconocidos por su elevada espiritualidad (como el Dalai Lama o Krishnamurti) y no todos coinciden en lo que percibieron en esos seres.

   Algunos estudiosos dicen (como el citado Grinberg-Zylberbaum), que para reconocer a una persona iluminada hay que estar también en algún nivel más expandido. Y ciertos estados de expansión de la conciencia son en algunos casos transmisibles. En el Hinduísmo eso se denomina shaktipat y ocurre cuando un maestro transmite algo de su energía y de sus estados de conciencia a sus discípulos. El famoso Osho transmitía shaktipat a sus discípulos, y Sri Ramakrishna, el gran místico hindú, que solía entrar y salir de estados de samadhi a diario, provocaba con frecuencia  -en los devotos que estaban cerca- algún nivel de samadhi. 

  Y para concluir: ¿Podemos todos lograr esos estados de expansión de la conciencia?... Sí, podemos. 
   Sin embargo, no todos podemos con igual facilidad. Así como cualquier persona puede tocar el piano, pero no cualquiera puede ser un gran concertista, en algunas personas es más fácil alcanzar esa expansión de la conciencia que en otras, y no tiene que ver únicamente con la constancia en la práctica (requisito ineludible para casi todos) sino con una capacidad natural, que aún no está claramente comprendida por los que se dedican a estudiar este asunto. Hay personas que en unos días de retiro alcanzan poderosas experiencias, o incluso que las tienen en forma espontánea, mientras que hay otras que solamente las consiguen después de mucho tiempo de práctica constante.

    Pero como dice un personaje de mi última novela ‒aún inédita‒ que se llama Peregrina en la India, al referirse a su práctica espiritual y al relativo avance que logró con ella: “Lo único que me consuela es saber que todo lo que consiga espiritualmente en esta vida lo voy a llevar a la próxima”.

   Todo esfuerzo por iluminarnos no es en vano, y como sea que la concibamos y la definamos, la Iluminación es la meta más valiosa para todo ser humano consciente.   
   
Fuentes citadas:
     
Ken Wilber                          El ojo del espíritu
                                         Breve Historia de todas las cosas
                                         Diario

Abraham Maslow                 La conciencia mística  (Artículo)

Jacobo Grinberg-Zylberbaum           El sabor de la iluminación

Jack Kornfield                   Sabiduría antigua y ciencia moderna  (Artículo)


miércoles, 20 de julio de 2016

El misterio de la genialidad



   La genialidad es una capacidad extraordinaria para crear en ámbitos específicos obras, inventos, teorías, sistemas, concepciones, que son significativamente nuevos y revolucionarios en el ámbito humano.
   ¿Un genio nace o se hace? Las teorías al respecto mencionan diferentes factores, privilegiando unos u otros, desde las que ponen el acento en los factores genéticos, el nivel de inteligencia y otros rasgos hereditarios, hasta las que resaltan los factores de personalidad y la influencia de la educación y el medio ambiente. Por largo tiempo se asoció la genialidad con una inteligencia extremadamente superior a la normal, pero posteriores investigaciones demostraron que no necesariamente una inteligencia supranormal conduce a la genialidad (aunque una inteligencia elevada es un factor necesario). Y también están los que asocian la genialidad con enfermedades mentales, como el trastorno bipolar o la esquizofrenia. Pero si bien algunos genios tuvieron trastornos mentales, no es algo que se descubra en todos, ni mucho menos. Por ejemplo Mozart, reconocido unánimemente como genio, era un hombre bastante normal en los demás aspectos de su vida. Amaba a su esposa, con quien tuvo varios hijos; era muy sociable y apreciaba ciertos placeres como el juego y la comida; le gustaba leer  y se interesó por lo oculto, lo cual lo llevó a convertirse en masón.  

   Después de investigar un poco, he comprobado que aparecen un conjunto de factores en las vidas de los seres unánimente reconocidos en su genialidad. Inteligencia y  talento innato están siempre presentes, y el otro factor importantísimo es la creatividad. Porque lo característico de los genios es su aporte innovativo: descubren algo nuevo, diseñan nuevas teorías o explicaciones del universo, crean nuevas formas en el arte y la literatura, conciben originales visiones filosóficas y revolucionarios paradigmas. 
   Esta creatividad suele estar sostenida por una poderosa imaginación y una gran intuición, porque a la mayoría de los genios las ideas, sean artísticas o científicas, les llegan de un modo fluido, sin excesivo esfuerzo. Mozart escribía sus partituras de un tirón, en un tiempo brevísimo, y casi nunca corregía. Tesla tenía visiones, en las cuales aparecía un diseño que él luego concretizaba y convertía en un nuevo invento. Jobs, un genio contemporáneo de la cibernética y practicante del Budismo Zen, decía que la intuición era mucho  más importante que el pensamiento racional. 
   Entonces: talento innato, inteligencia, creatividad, imaginación e intuición. Pero todavía no es suficiente. Otro factor, que invariablemente encontramos en los genios, es el enfoque, la intensa atención a su trabajo creativo, lo cual nos llevaría a postular que para ser un genio hay que tener una personalidad bastante obsesiva. Si nos dedicamos a leer biografías de algunos seres reconocidos como genios, notaremos una dedicación permanente y concentrada en su tarea, a la cual dedicaban casi toda su energía y sin duda más horas de las que cualquier persona normal dedicaría. A veces descuidaban otros aspectos de la vida, como Newton, quien se olvidaba a menudo de comer o dormir. 
   Pero hay más… Ciertos rasgos de personalidad son una ayuda. Una elevada autoestima y una gran capacidad para concretar sus ideas y proyectos son imprescindibles, porque generalmente estos individuos singulares tuvieron que luchar con una gran oposición al principio, ya que la originalidad de sus visiones y/o creaciones chocaba con las ideas imperantes. Las ideas revolucionarias de Einstein no fueron aceptadas al inicio y el genio de la física tuvo que trabajar durante muchos años en una oficina de patentes, mientras desarrollaba sus ideas y editaba en forma modesta sus ensayos. Pero no todos los genios manejan adecuadamente los aspectos prácticos de la vida. Mozart, aunque ganaba muy bien, tenía constantes problemas económicos. Y también Wagner, quien tuvo una vida muy difícil durante muchísimos años,  hasta que encontró a Ludwig II de Baviera, su mecenas. 
   Esto nos lleva al papel que juega el medio ambiente, el entorno familiar y social, las oportunidades. Y en este aspecto no parece haber reglas. En el caso de ciertos genios, este aspecto fue positivo y esencial. Mozart, Chopin, Liszt y otros grandes de la música fueron precoces, pero todos eran hijos de músicos y sus padres pudieron percibir rápidamente el talento inusual de sus hijos y cultivarlo. Van Gogh no fue valorado durante su vida y si no fuera por su hermano (que lo apoyaba y sostenía económicamente y que además trabajaba en el comercio de las obras de arte), no habría legado al mundo sus cuadros. Pero también hay casos de genialidad en personas sin un entorno familiar y social estimulante o protector. Gauss, un genio de las matemáticas, pertenecía a una familia casi iletrada, pero él a los tres años ya sabía leer y realizar operaciones simples de aritmética. 

   Ahora bien, después de leer la biografía de muchos genios he llegado a la conclusión de que, a pesar de que podamos definir una suma de variables que siempre están presentes, la emergencia de un genio sigue siendo un hecho misterioso, como tantos otros en la criatura humana. Ninguno de los factores mencionados, incluso dándose juntos, garantizan que esa persona será un genio. Sí quizás talentosa, capaz y exitosa en su campo de actividad, pero no necesariamente genial. 
   Hay algo único e inexplicable en los genios, y es inasible. Sri Aurobindo (otro genio) decía que las grandes ideas llegan desde otros planos de la Conciencia y que sólo se trata de sintonizar con esos planos y manifestar esas ideas en el mundo. La relativa facilidad con la cual los grandes genios descubrieron y crearon abona esta hipótesis, que es compartida por las teorías místicas, universalistas y visionarias sobre la genialidad. Éstas afirman que el genio capta, experimenta y transmite con su trabajo al Espíritu Universal. 
  Einstein tenía una comprensión parecida. Aunque rechazaba las visiones más convencionales acerca de Dios, sí creía en la existencia de un Espíritu Universal de inteligencia infinita y en la perfección de las leyes que rigen al universo. Y mencionaba  cierta capacidad intuitiva capaz de leer la mente de este Espíritu Universal. Es conocida su réplica a los científicos que sostenían a la ley de probabilidad como importante en el funcionamiento del universo, diciendo que no podía creer que Dios jugara a los dados. 
 Y Newton, que era muy religioso y además había profundizado en la Alquimia, decía que él había nacido para comprender la palabra de Dios mediante el estudio de la naturaleza.  
  Y eso quizás son los genios: almas que encarnan para comprender la  palabra de Dios y traducirla a los demás, mediante sus sorprendentes descubrimientos y sus maravillosas creaciones.      

     
    


miércoles, 2 de marzo de 2016

Por qué amábamos las películas de Ingmar Bergman



   En los primeros tiempos de mi juventud, mis amigos y yo transitábamos por ciertas calles céntricas de Buenos Aires, donde además de innumerables cafés, conversaciones y disquisiciones, veíamos -en algunas salas de cine especializadas- películas de directores europeos que nos apasionaban y nos hacían reflexionar. Entre ellos, el que más nos fascinaba era Ingmar Bergman, aunque no sé si todos lo comprendíamos. Y hace poco tiempo pude reveer muchos de sus films (en YouTube), y así entender porque nos gustaba tanto.

   Sus temas esenciales son: la muerte, la existencia o inexistencia de Dios, el misterio de la vida,  la dificultad en las relaciones humanas, la soledad, la culpa y otros igualmente profundos. En "Luz de Invierno" el tema central son la crisis y las dudas de un sacerdote acerca de la existencia de Dios. En "Detrás de un vidrio oscuro" la búsqueda desesperada de Dios unida a la locura. En "El Silencio",  la existencia sin sentido. En "Gritos y Susurros", el dolor y la muerte unidos a la compasión y el amor.  

   Y mis conclusiones son que lo admirábamos y seguíamos porque sus películas, que muestran el silencio de Dios, la ausencia de Dios, etc, no son las de un ateo, sino las de un ser que desesperadamente busca a Dios… y no lo encuentra. Y esas obras reflejaban nuestra propia desesperación...

   Durante aquellos años, los jóvenes intelectuales del mundo local y nacional sólo creíamos en la revolución (era la visión del mundo que prevalecía),  y para los que de alguna manera (quizás muy inconsciente) estábamos buscando otras respuestas a nuestras inquietudes existenciales (respuestas que ni los pensadores de izquierda ni los existencialistas podían dar satisfactoriamente), las películas de Bergman señalaban algo que resonaba en nosotros y en nuestros inconscientes anhelos internos. 
  Eran años de total ateísmo en la mayor parte de la juventud (estoy hablando de mi país y de América Latina, porque en los países del norte ya soplaban otros vientos y ya eran muchos los que viajaban a la India en busca de respuestas), y esos films metafísicos nos acercaban, aunque fuera de un modo angustiante, desesperado y pesimista, a la existencia de una Realidad que estaba cubierta por muchos velos, pero que no obstante nuestra alma buscaba. 

  Aunque muchos de sus films son casi agónicos, en otros asoma la esperanza, que Bergman deposita en el amor y la compasión. En "Detrás de un Vidrio Oscuro" el padre le dice a su hijo que probablemente Dios tiene que ver con el amor, o que Dios es amor. En esa obra maestra que es "Fresas Salvajes" aparecen junto a la culpa y la amargura, el perdón y la reconciliación.  "La Fuente de la Doncella"  termina con un milagro, que equivale a un mensaje de Dios. Y en algunos de sus films aparecen elementos mágicos, como en esa maravillosa película que es "Fanny y Alexander", una obra de su madurez, donde lo sobrenatural adquiere una dimensión importante. 

   Al investigar en su vida, llegué a la conclusión de que Bergman ni siquiera era un agnóstico, como algunos comentaristas aseguran. En realidad fue atravesando diferentes períodos. Durante su edad madura, expresó con su arte la desesperación de la búsqueda de Dios insatisfecha. En uno de los libros publicados acerca de su obra y su vida, Bergman confiesa: "Un domingo de diciembre estaba escuchando el Oratorio de Navidad de Bach, en la iglesia... Los cánticos nos conmovían, en la intimidad de la iglesia que se iba oscureciendo. La piedad de Bach cura el tormento de nuestra falta de fe..."  Y también dijo: "Creo en Dios pero no en la Iglesia".
  Sus inquietudes, por otra parte, iban más allá (o más aquí) de la búsqueda de Dios. Como todo gran humanista, a Bergman también le preocupaba el ámbito de las relaciones humanas más íntimas y la evidencia de un mundo violento e injusto, en el cual Dios parecía estar ausente.  Dice en otro de sus testimonios autobiográficos: "¿Existe o no existe Dios? ¿Podemos, mediante la fe, alcanzar un sentimiento de comunidad y un mundo mejor? O, si Dios no existe, ¿qué hacemos entonces?" 
  Durante su vejez esa búsqueda atormentada se había calmado y parecía haber encontrado  paz en su relación con lo Divino. La desesperación de sus films tempranos es la de un cristiano que no encuentra consuelo en su Iglesia, pero es posible que haya descubierto otros caminos hacia la espiritualidad y que en ellos haya encontrado verdades y consuelo. Y como suele suceder, al igual que el viajero que debe visitar otras tierras para poder amar la suya, se había reconciliado de algún modo con su religión de origen (Cristianismo Luterano). Repetidamente declaraba que esperaba ver de nuevo -en el más allá-  a su última esposa, de quien había enviudado. Y asistía con regularidad a la misa que se oficiaba en la iglesia de la isla de Faro, isla donde filmó muchas de sus películas y donde pasó sus últimos años. 

 Creo que la obra de este genial director sueco sigue totalmente vigente, porque expresa las más profundas inquietudes de todo ser humano consciente, en cualquier lugar y tiempo histórico.

  Por eso amábamos las películas de Ingmar Bergman...  


  Nota: habrá próximamente otro post con más detalles sobre las películas de                Bergman, en mi  blog Novela Espiritual.