El
conocimiento espiritual verdadero
Vivimos una época de explosión informativa,
todo el conocimiento es accesible, y con una simple acción como es sentarnos
frente a la computadora podemos tener acceso a muchas clases de conocimiento,
lo cual incluye el conocimiento de temas espirituales y esotéricos.
Y este es un gran problema de nuestro
tiempo: creer que haber leído o estar informado acerca de asuntos espirituales
nos pone en un estado de comprensión de los mismos, en un estado que equivale a
la visión directa.
Lamentablemente no es así. La comprensión mental, en el caso de la
espiritualidad, es solamente un estadio.
Tiene que ser acompañada por alguna clase de práctica, aunque sea informal, la
cual nos lleve a comprensiones intuitivas, a revelaciones, a estados de conciencia
diferentes, a experiencias internas: una práctica que nos transforme. Con la
mente apenas sabemos algo que otros comprendieron.
En otros
tiempos, el acceso a los asuntos espirituales requería de muchos estadios
previos. El aspirante tenía que ser admitido por un maestro o escuela, era probado de diversas formas antes
de ser admitido, y debía someterse a una disciplina más o menos rigurosa, que
incluía seguir a conciencia muchos preceptos morales y llevar a cabo ejercicios
y prácticas de todo tipo. Y eso durante largo tiempo, muchísimos años, quizás
durante toda la vida. Muy distinto a lo que sucede ahora.
Estamos en la era de la información, y todo
lo que era oculto ha dejado de serlo. Pero por eso mismo es imprescindible
discriminar, y darnos cuenta que el acceso a las grandes verdades no significa
que las hemos realizado en nosotros, darnos cuenta que saber no es lo mismo
que comprender, no es lo mismo que realizar, no es lo mismo que experimentar.
Ken Wilber
dice que disponemos de tres ojos para conocer: el de la carne, el de la mente y
el del espíritu (que también llama ojo de la contemplación). Está de acuerdo con un postulado del
empirismo, el cual afirma que todo conocimiento verdadero debe arraigarse en
la experiencia, pero subrayando que además de la experiencia sensorial (ojo
de la carne), existe la experiencia mental (ojo de la mente), y la experiencia
espiritual (ojo de la contemplación). Y para comprender las verdades
espirituales es necesario el Ojo de la Contemplación. “La mente, por más
que lo pretenda, no puede resolver los problemas metafísicos…, para ser
auténtica la metafísica debe proporcionar experiencia…” (El ojo del Espíritu)
Y Wilber es
bastante estricto en este punto. Para él la espiritualidad más genuina es la
que se basa en la práctica y sus realizaciones; distingue diversos estadios en
el desarrollo espiritual; aclara que hay diferentes líneas de desarrollo (una persona puede ser muy espiritual y sin
embargo muy inmadura en otros asuntos) y enfáticamente distingue entre lo que
llama espiritualidad traslativa y espiritualidad transformadora, siendo esta
última la que permite trascender el yo, mediante experiencias espirituales
directas. (El Ojo del Espíritu - Diario)
Claudio Naranjo dice que los símbolos “no pueden sustituir una
comprensión o realización de la verdad, que está más allá del entendimiento
intelectual…” (La única búsqueda)
Y
Sri Aurobindo: “…(hay que) aprender mediante la experiencia. La información
mental … puede más obstruir que ayudar…( Hay que) aprender a ir más allá del ansia
por información mental y abrirse a la verdadera forma de conocimiento.”
(Letters on Yoga)
La
información, la lectura de libros, o
-como hoy en día- la lectura de páginas en Internet, es buena para
comenzar, para tener un primer atisbo de ciertas verdades, pero luego es
imprescindible profundizar mediante prácticas no mentales, hacer trabajo
interno de alguna clase, seguir algún camino o maestro, tradicional o no. En
suma, trabajarse a sí mismo.
Es
solo mediante trabajo interno que avanzamos, que evolucionamos, que nos
transformamos.
Es solo mediante la experiencia que comprendemos.