Los que me inspiran


"Así, cada iglesia, cada religión, cada comunidad humana, es sólo un lugar de paso, una tienda sobre la tierra, para peregrinos que están en su camino a la ciudad de Dios." Bede Griffiths

"Debemos expresar apasionadamente nuestra visión y cada uno debe gritar del modo en que mejor sepa hacerlo" Ken Wilber



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martes, 29 de julio de 2014

Energía, trabajo interno y sensibilidad energética




   Según los descubrimientos de la nueva física y las comprensiones de los grandes místicos de todos los tiempos y lugares, todo es Energía. No hay nada sólido en realidad, lo aparentemente sólido aparece así a nuestra percepción basada en los cinco sentidos. Cuando cruzamos esa barrera, mediante estados alterados de conciencia o mediante instrumentos, descubrimos que no hay solidez sino una danza vibracional, un eterno movimiento que da lugar a todo lo que existe. La materia es un movimiento vibratorio, y toda unidad de materia, desde los átomos hasta las estrellas, es un campo energético.

  Y nosotros, los seres humanos, también somos en última instancia un campo energético, el cual está cambiando todo el tiempo, al interactuar con el ambiente y con los demás seres vivos. En medio a esa danza energética, afectamos, influimos, y somos afectados e influenciados.

  Hay investigadores que han desarrollado este tema en profundidad y entre ellos destacaría a la sanadora norteamericana Barbara Brennan (quien además de tener una formación científica es vidente). Lo que ella define como campo energético humano (nuestros cuerpos sutiles) es afectado por la interacción con los otros y a su vez afecta, y así como hay personas con campos más fuertes, más impermeables a las influencias, hay otras más sensibles. Y puedo testimoniar lo acertado de sus categorizaciones.

  Lo curioso es que la sabiduría popular ya lo había descubierto, y en todas las latitudes y tiempos hubo brujos que protegían de maleficios y conjuros, que curaban el “mal de ojo” y otras dolencias semejantes, y que eran bien conscientes de la forma en que nos afectamos energéticamente.

   Las muy recientes terapias energéticas, aunque incorporan elementos nuevos en algunos casos, están basadas en los descubrimientos de antiguas tradiciones, como la medicina china, la acupuntura, el sistema de chakras (descubierto desde tiempo inmemorial en la India) y otros conocimientos que vienen desde tiempos muy antiguos.

   Unos y otros coinciden en que para sentirnos bien, nuestra energía debe fluir de un modo armonioso. Toda perturbación en nuestro campo energético nos hace sentir mal y de muchas maneras, desde un malestar emocional (lo más común) hasta malestares físicos.

   El primer paso para que nuestra energía fluya armoniosamente, es registrar lo que nos hace mal y evitarlo, sean personas o situaciones o lugares.  No sólo el contacto físico puede perturbar, sino toda clase de contacto, aunque sea mediante el teléfono o internet.  Claro que por lo general, recibimos energía negativa sin saberlo..., del mismo modo que muchas veces la emitimos sin saberlo.

  Los síntomas más comunes de trastorno energético: cansancio, irritación, debilidad, depresión, hambre voraz, ansiedad, etc. Si estos síntomas aparecen súbitamente, sin una causa aparente (externa o interna) es muy probable que se deban a que nos han dañado energéticamente.
 
  Y también los lugares nos afectan, tanto positivamente como negativamente. Hay lugares donde la energía es benéfica, como parajes naturales o sitios donde se desarrollan actividades contemplativas y la energía tiende hacia la elevación o  transmutación (monasterios, templos, ashrams, etc.). Las grandes ciudades, sobre todos en sus núcleos más aglomerados, como las calles muy céntricas, serían un ejemplo de lo contrario, y algunas horas caminando por allí puede dejarnos en un estado de absoluto agotamiento, nerviosismo, depresión, etc.

   Y quiero referirme a un hecho, acerca del cual puede testimoniar toda persona que haya realizado trabajo interno durante cierto tiempo y en forma disciplinada. Y es que cuando avanzamos en el trabajo interno, nos volvemos más sensibles energéticamente, nos volvemos “sensitivos”, palabra que se usa para designar a las personas con capacidades psíquicas.

   Hay una minoría de personas que nacen con esas capacidades, para los demás es el trabajo interno (mediante técnicas de expansión de la conciencia) el que nos acerca a eso. Son los famosos siddhis, reconocidos en los antiguos sistemas de Yoga.

  Y esta sensibilidad es interesante pero también perturbadora. Por un lado se incrementan ciertas capacidades, como la intuición, la creatividad, la telepatía, la precognición, la capacidad de sanar a otros, etc, etc. Pero al mismo tiempo nos  volvemos demasiado vulnerables al ambiente y a la energía de los demás, que como hemos dicho, en muchos casos es dañina, causa bloqueos, e incluso –a veces- nos vampiriza.

  Lo curioso es que esta sensibilidad energética y estas nuevas capacidades, no traen consigo –de un modo automático- la capacidad inmediata para protegernos, y ésta debe ser desarrollada. La única ventaja que tenemos es que somos más conscientes y podemos registrar con mayor claridad lo que nos afecta, tanto positivamente como negativamente, pero nuestros sistemas están expuestos al igual que los de cualquier otra persona a las influencias energéticas, y aún más, debido a esa apertura generada previamente.

  Por eso debemos protegernos. A veces cierto aislamiento se impone, al menos en forma intermitente para armonizar nuestro sistema. El agua es el purificador por excelencia, como también todo ritual hecho con intención y en el cual confiemos. La oración y las visualizaciones son medios de protección maravillosos. No hay nada como el contacto con la Luz para protegernos, siempre que ese contacto sea honrado y respetado con una conducta coherente por nuestra parte.