EN ESOS
MOMENTOS DE DIFICULTAD...
Hay momentos en la vida en que todo parece
haberse estancado, paralizado... Todo se presenta difícil, y un muro de
escollos se levanta por delante nuestro y nos cierra el paso. Nada de lo que
sucede es de ayuda, nos sentimos casi impotentes, incapaces de resolver los
problemas y de cambiar el rumbo de las cosas. Todos nuestros esfuerzos
fracasan, nuestras acciones son ineficaces, y por más que luchamos los
impedimentos nos reciben y nos desarman.
Para el Camino de los 22 Arcanos
la única salida posible a esas situaciones es mediante las energías
arquetípicas que están por detrás del Arcano XII - El Colgado.
Entrega,
entregarnos a un Poder Superior (del modo que lo concibamos) y mediante la Aceptación,
tolerar lo que ocurre sin lamentos ni tristezas, confiando en que ese Poder
Superior resolverá las cosas en consonancia con designios que nos trascienden. Renunciamiento,
que implica renunciar a todo intento y a todo resultado: si no deseamos ni
esperamos nada es menos difícil. Reconocer estos momentos de dificultad
como Pruebas: éstas nos templan,
y hacen crecer y evolucionar a nuestra alma.
Podemos recordar, a modo de ejemplo, un
film hermoso y alegórico "El náufrago". En un diálogo inolvidable,
cerca del final de la película, el protagonista narra a un amigo sus
vicisitudes en la isla, de la que no pensaba salir vivo. Él confiesa que
durante esos años de absoluta desesperanza sintió que lo único que podía hacer
era "continuar respirando"; o sea, mantenerse vivo. Este es un
perfecto ejemplo de absoluta entrega. Al cabo de cuatro años, la marea trae a
la playa un objeto que le sirve de vela; gracias a eso puede construir una
balsa y abandonar la isla. Una vez en el mar, rema y rema, pero durante una
tormenta pierde la vela y de nuevo la única opción es entregarse. La balsa es
llevada por los vientos y las corrientes marinas, y él yace durante días casi
inconsciente, hasta que se cruza en su camino una gran nave que lo rescata.
¿Y
cómo traducimos ese "seguir respirando"?
Seguir con las cosas acostumbradas, no
intentar cambios, mantener los asuntos cotidianos en funcionamiento y permitir que
el flujo de la vida, siempre sorprendente, con giros inesperados, traiga esa
vela que nos ayudará a salir de la isla donde somos náufragos.