Hay una idea muy interesante entre los
teóricos de la Sabiduría Perenne y de la Psicología Transpersonal, y es eso que
llaman bypass espiritual. Veámoslo con un ejemplo:
La señora Z ha despertado a la
espiritualidad. Y al principio -quizás durante muchos años- ese despertar ha
bastado para iluminar su vida. Ha leído innumerables libros, practicado yoga y
meditación, ha tenido algunas experiencias, y su vida se transforma gracias al
significado y la trascendencia que da la búsqueda espiritual. Todo parece andar
sobre ruedas, y la señora Z es una feliz madre y esposa, que dedica su tiempo
libre a continuar su desarrollo. Asiste a muchos cursos y talleres, cuelga
sucesivos diplomas en las paredes de su casa, y se anima, al principio
tímidamente, a practicar con otros sus nuevas capacidades.
Pero con los años, hay nuevos sucesos en la
vida de la señora Z. Su matrimonio, que tambaleaba desde tiempo atrás, se
desmorona súbitamente, cuando él le anuncia que está enamorado de otra mujer.
Sus hijos ya son grandes y se van. Y si no es esto, pueden ser otras cosas. La
vida no da tregua, y de tanto en tanto, nos golpea. Una enfermedad, la muerte
de alguien cercano, una pérdida económica severa, etc, etc.
La señora Z pensaba que su vida estaba en
perfecto equilibrio, pero de golpe siente que zozobra; y entra en una crisis depresiva profunda, que
no logra controlar. Ante la sugerencia de una amiga para practicar
psicoterapia, la señora Z se niega. ¿Ella, ponerse en manos de un
psicoterapeuta, con los años que lleva de prácticas espirituales? Rechaza por
completo esa posibilidad y continúa durante largo tiempo a la deriva, sin
comprender por qué no puede resolver su
crisis.
Este es un ejemplo claro de bypass
espiritual. Creemos que una práctica espiritual es suficiente para resolver
todo en nuestras vidas; creencia errónea que ha sido fomentada por muchas
Tradiciones, antiguas y modernas.
Lamentablemente, las prácticas espirituales
no resuelven los problemas psicológicos y existenciales; incluso, a veces, los
acentúan. Las prácticas espirituales nos
facilitan el acceso a otras dimensiones de la Realidad, expanden nuestra
conciencia, nos dan certidumbre acerca de las verdades últimas, pero no van a
solucionar traumas infantiles, ni fortalecer un ego inmaduro, ni ayudarnos a
enfrentar los problemas comunes de la vida. Para eso, están las psicoterapias.
Dice Ken Wilber, en su Diario: “…se supone
que cuando uno encuentre el Espíritu, la Diosa o su Yo superior, todo lo demás
le será dado mágicamente por añadidura, como si, en tal caso, el trabajo, las
relaciones, la familia, la comunidad, el dinero, la comida y el sexo dejaran de
convertirse en un problema…. El logro de un estadio más elevado del desarrollo
no supone la pérdida de los niveles inferiores (los budas siguen teniendo que
comer), ni tampoco significa que uno llegue automáticamente a dominarlos… de
hecho suele significar exactamente lo contrario porque, en tal caso, uno suele
descuidar –o hasta ignorar- los niveles inferiores, creyendo que han dejado ya
de ser necesarios para su bienestar, cuando, en realidad, constituyen el
vehículo del Espíritu y su medio de expresión…”
Y también dice:
“Porque la cuestión es que la práctica
espiritual y la práctica psicológica constituyen corrientes diferentes de las
grandes olas de la conciencia…”
Por eso es recomendable un trabajo interno
que tenga en cuenta todos nuestros niveles o dimensiones, una práctica interna
que además de permitirnos un crecimiento en conciencia, armonice otros aspectos
nuestros. El trabajo psicológico, o de autodescubrimiento, es una manera de
completar esa práctica interna. En términos de Wilber, se trata de llevar
adelante una práctica integral.
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